recuerdos.

Estoy re cansado. El estudio se está volviendo cada vez más tedioso y siento que no voy a ser capaz de contener todo en mi cerebro para vomitarlo en el examen. Me acuerdo de esos memorizos de las clases de religión que nos hacían aprender en el colegio cuando chico. Cómo no voy a ser capaz de aprenderme vastos conceptos y clasificaciones, si me sé de memoria por ejemplo esas infinitas oraciones del Mes de María? Quién ha salido de colegios de curas quizás podría comprenderme. Lo peor es que soy capaz de recitarlas de memoria y duran como cinco minutos.

Estoy raja. Pienso en lo que quiero hacer después del grado y me gustaría irme a bariloche y tomar el tren patagónico y llegar a Viedma, y en vez de ir a buenos aires, bordear el atlántico hasta llegar a punta arenas desde argentina.

Hacer dedo es una experiencia revitalizadora. Lo fue para mí un verano, donde con una amiga vivimos una especie de road movie, llena de aventuras , de gente increíble , de muchos pueblos perdidos en medio de las selva misionera o de las ciudades de la babilonia. De las invitaciones a tomar mate y de las conversaciones que marcaron nuestras vidas y nuestra amistad, en noches cálidas junto al Paraná, con nuestra radio a pilas y cassetes de charly y luego con la reunión de nuestros amigos que también viajaban de la misma manera y que a veces no tenían tanta suerte como nosotros.

De nuestro refugio en Floripa y de las rutas uruguayas del Norte de aquel país. Del carnaval de gualeguaychú y de mi caída a causa de mi borrachera. Pero bueno, de eso prefiero no acordarme.